Desde hace cuatro años la Asociación Cultural Aquaignis está inmersa en un proyecto que, bajo el nombre de Conociendo las plantas de la península, busca divulgar el mundo de las plantas medicinales a través de rutas prácticas en las que sus participantes conocen a pie de tierra lo que hay detrás de cada una de las especies que van encontrando en su caminar, y lo que es más significativo, cuál es su poder oculto para el funcionamiento de los órganos del cuerpo.
No en vano, como recuerda el coordinador de estas rutas, Samuel López, «el uso de estas plantas con fines terapéuticos es tan antiguo como el hombre. En Egipto hay papiros como el de Ebers, uno de los más antiguos tratados médicos conocidos, que reflejan ya el uso que se hacía de 700 plantas, al tiempo que los soldados romanos consumían de forma habitual lechuga espigada porque es un potente calmante natural mientras que los chamanes que encontraron los exploradores españoles cuando llegaron al Nuevo Mundo, consideraban que cada planta disponía de un espíritu elemental, al que pedían, por otro lado, permiso y ayuda antes de proceder a su consiguiente recogida.
Por lo que se ve, matiza López, la medicina natural nunca ha desaparecido, incluso, añade a continuación, en la época más oscura para su uso, tal y como fue la Edad Media, fueron los monjes y las órdenes secretas, pues muchas veces su utilización se vinculaba con la brujería, las que mantuvieron vivo su conocimiento y consumo.
Motilleja, Valdeganga. Sin perder de vista todo esto se creó este proyecto que para este año tiene programadas hasta siete rutas por montañas, valles, llanuras, cauces fluviales y vegas de Castellón, Valencia, Alicante, Madrid, Cuenca y Albacete, en donde a tan solo 20 kilómetros de la capital uno puede encontrar más de 90 especies diferentes de hierbas medicinales, todas ellas, a la vega del Júcar entre Motilleja y Valdeganga.
La docena de participantes, todos ellos albacetenses, hicieron hallazgos tan sorprendentes como encontrarse, y además, en abundancia, torvisco o torricos; un arbusto de la familia timeleáceas que desde mucho tiempo atrás ha sido usado como purgante pero que, habitualmente no crece a la orilla de un río.
Encontraron rarezas como el torvisco pero también otras plantas medicinales más comunes como el hipérico o hierba de la alegría, muy eficaz para combatir la depresión, los miedos y las fobias desde el momento en que actúa en la recaptación de neurotransmisores cerebrales como la serotonina, así como espino blanco o majuelo, un poderoso hipotensor, y cola de caballo que, con una potente acción diurética y depurativa, es de las hierbas medicinales más usadas. Todo ello, sin olvidarnos de las revitalizadoras como el romero, la salvia y el tomillo, que asimismo las había.
Pero, como apunta igualmente Samuel López, junto a las plantas a pie de tierra, por expresarlo de alguna forma, tampoco se puede pasar por alto la masa arbórea, empezando por el árbol más habitual y característico de las riberas, el chopo negro, cuyas yemas se usan, por un lado, como expectorante balsámico, y su resina, por otro, para la fabricación de un ungüento contra las hemorroides, y continuando con el sauce. Del sauce, más en concreto, de su corteza se deriva la aspirina, o mejor dicho, el ácido acetilsalicílico.
No obstante, como ocurre con las setas, hay que saber, pues lo mismo que hay plantas que por sus principios activos son curativas y por lo tanto, beneficiosas, también las hay que son venenosas, por lo que hay que saber consumirlas en la dosis adecuada o directamente no probarlas, y algunas de ellas igualmente aparecieron en este ir y venir por tierras albacetenses.
Estamos hablando del romero, una hierba medicinal de la que se aconseja que se consuma con moderación, así como de la cicuta, la planta de la que salía el veneno oficial de la antigua Grecia siendo capaz de matar a una persona en pocos minutos (de hoja similar al perejil huele, no obstante, fatal).
En esta relación hay que incluir también, por un lado, el estramonio, una planta que «usaban las brujas para salir volando por los aires cuando se la untaban por el cuerpo y que, dadas sus características alucinógenas, resulta muy peligrosa, y por otro, el tejo, un pequeño árbol o arbusto que se usó en la medicina popular pero que hoy en día, por contra, dada su toxicidad se ha quedado únicamente para utilizarse en jardinería.
Visto lo visto en esto de irse al campo a recoger hierbas medicinales, uno no puede ir a la aventura, sino que es fundamental tener un conocimiento previo y si tal conocimiento no se tiene, hacerse acompañar por alguien que sepa del tema.
Además, uno igualmente tiene que tener en cuenta que hay una legislación unas normas a seguir y alguna que otra prohibición como pasa con el romero, cuya recogida está limitada por ley en la comunidad de Castilla-La Mancha o con el té de roca, el cual, directamente no está permitido cogerlo porque se trata de una especie en peligro de extinción.
Recolección, secado. Y si uno recolecta, cuándo es, no obstante, el mejor momento para hacerlo, y en dónde. Lo ideal, según apunta el coordinador de las rutas de la Asociación Cultural Aquaignis, es hacer la recolección en los días secos para que la planta seque más rápidamente e igualmente optar por aquellas plantas que crezcan en lugares limpios, es decir, alejados de carreteras, fábricas o campos de cultivo, por eso de los pesticidas y fertilizantes.
Luego vendrá el secado y en esta fase lo mejor es extender la hierba al máximo posible en un lugar caliente y a la sombra para de esa manera conserven todos sus principios. Ya secas será cuando toque o bien meterlas en frascos o en los cápsulas que se pueden adquirir en los herbolarios, sin olvidar poner la fecha de recogida en su exterior, por eso, de la caducidad.
De unas plantas medicinales lo que se usa para su consumo son en unos casos las hojas (sauce), en otros las flores (espino blanco) y en otros las raíces (valeriana). Ahora bien, al margen de que lo ideal, como se ha mencionado, sea recolectar en época seca, algo que sirve para todo tipo de hierbas, cuando lo que nos interesa son las flores, no obstante, el mejor momento es cuando acaban de salir, mientras que con las hojas lo aconsejable es hacerse con ellas antes de que precisamente la planta florezca. Ya por último si lo que nos interesa son la raíces, habrá que sacarlas cuando se hayan secado las hojas, es decir, cuando toda la fuerza de la planta se ha ido para abajo.
La forma más habitual de tomar las hierbas medicinales es vía infusiones, pero hay otras fórmulas, como en polvo, es decir, una vez seca en un molinillo reducirla a polvo y éste a su vez meterlo en envoltorios vacíos, tipo pastillas, o en pintura, es decir, la planta se introduce en alcohol, en donde se deja reposar entre 30 y 40 días para luego este líquido, que ha cogido todas las propiedades de la hierba, ser consumido en forma de gotas.
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